Bienvenidos a Asia

A los mercaderes y tenderos les encantan tener sus camisas y chombas perfectamente ordenaditas, color con color, talle con talle, cuello con cuello, en estante de abajo los talles de gordos, los talles de escuálidos adolescentes ahí arribita. Qué mejor para ellos que los señores clientes vengan y les digan: "Quiero una camisa talle 42 manga larga, celeste pantone 299". Al tiro nomás el empleado la ubica en su estantería y se la entrega al consumidor final, que chocho la paga sin probársela.
Sutiles del carajo, han estudiado, masticado, deglutido, digerido y cagado tus hábitos de consumo, estimado consumidor final. Saben todo de vos, señor usuario de Visa, señorita del Facebook, pibe del Twitter.

Y un día viste "Rápido y furioso", y a la semana estabas taradeando como un panameño exiliado en Queens, y sin querer te compraste una chomba y te despertabas viéndolo a Hernán Caire y esas culonas culeadoras. Y Dios Mercado pensó que era bueno, y te entregaste. O un día viste a Los Pumas y cantaste el Himno "ooooooooooooooh! tan emotivo, tan previo a la derrota heroica, y sí, de ahí a comprarte una remerita Kooga sólo se interponía el 343. Y Dios Mercado pensó que era bueno, y te entregaste.

Un par de hervidas más Y listo el pollo, los consumidores finales de estos pedacitos de Argentina han sido identificados, etiquetados, clasificados, y ubicaditos en los estantes que querían los tenderos.

Ok, ya le vendimos la ropa, y con qué viene el combo? Mire, patrona, el patrón turro viene con prontuario rocho. Ese de gorrita con visera, chomba así y así y esas altas llantas ha de parecer un delincuente. Cruce de vereda si lo ve, en el colectivo siéntese lejos, porque escucha cumbia sin auriculares.
Entonces, vite, el cheto lo mira alechuzado, devolviendo el escaneo de los ojos negros, si están solitos los dos. Pero si el turro con su turrez y el cheto con su chetez están con sus jaurías respectivas, enseguida sale el más cusquito a olerle el culo al enemigo.

Y así, queridos consumidores finales, piñas van piñas vienen, vidrios cortan y sangre de alta graduación alcohólica sobreviene. Chicas con Asepxia, chicos con el transportador en el bolsillo, viven su viernes y/o sábado más pendientes de no ser desfigurados que de rebotar en la puerta de Chocolate. Y the morning after, o cuando carajo se levanten, llega el sermón sabatino del viejo choto que dejó de gastar en sus boludeces para comprarte el Iphone o zapatos de 1000. Eso si todo sale bien: fijate de no despertarte en el Hospitalito con 18 puntos en la cara, sentado/a en la puerta del Mac en patas, vomitado/a por tu propio esófago o vaya a saber quién. O en el asiento de atrás del 237, roncando mientras circula por Villa Lanzone, le cul du Monde. Lo peor: tu fotito que subiste a facebook en un cartel o en una remera.

Y cuál es la anécdota? Chicos, chicos, pelean una pelea que no es la de ustedes y están condenados a perder todos los rounds. Son sus viejos, los patrones de sus viejos, los patrones de los patrones de sus viejos, los que siempre ganan. Cáguense de risa, pero cuiden a los salames o la salamas que tienen al lado. Ok, ya sabemos que policía no hay y las camaritas son para venderles los videos a América TV. Fijense que el viernes que viene hay otra fiesta, y tienen que ir. Y que algún día fueron el espermatozoide más rápido y recuerden lo que le dijo el Teniente Dan a Forrest, cuando llegaron al Sudeste de Asia:" Uno, traten de mantener sus pies secos. Y dos, no hagan nada estúpido, como hacerse matar"