arrojando jamones

(publicado en La Hora de Hurlingham, mayo 2016)


Cuando Juan Drysdale (h) fue a pedirle al muy british Ferrocarril al Pacífico que levantara una estación en la cercanías de su amado club, quizá no se animó a solicitar que además la bautizaran con su propio nombre. Ya habían demasiadas estaciones que llevaban nombres y apellidos de la familia Drysdale, como Adelina Munro Drysdale, Winifreda y la epónima Drysdale.

Unos pocos días después, el 26 de septiembre de 1889, el presidente Juárez Celman autoriza construir una estación en el kilómetro 22 y que llevaría el nombre de “Hurlingham”, igual que el club deportivo que Drysdale y otros miembros de la colectividad inglesa de Buenos Aires habían fundado en las las tierras anteriormente conocidas como La Estanzuela o Paso Morales.

El club, dedicado especialmente a la práctica de esos deportes en los que el mayor esfuerzo lo hace un caballo, se había creado a imagen y semejanza del Hurlingham Club de Londres.

Aún los ingleses, con una historia tan rica y documentada, y tan afectos a genealogías y blasones, no se han puesto de acuerdo con el origen del nombre de las tierras donde se estableció el club en Inglaterra, el “Hurlingham Field”. La teoría más común es que deriva de Herlewin Ham, o sea, el hogar de Herlewin (luego Hurling) o sus descendientes, y ham, que es el inglés antiguo por home, casa.  Herlewin fue el padrastro del rey Guillermo I de Inglaterra, también llamado El Conquistador por sus amigos y El Bastardo, por sus enemigos, y vivió alrededor del año 1000.  En 1489 aparecen por primera vez por escrito en el registro de esos campos, pertenecientes en esa época al Obispo de Londres, los nombres de  'Hurlyngholdfeld' y 'Hurnyghamfeld'. En 1626 ya el sitio ya aparece denominado en la forma actual.

La versión que deriva del verbo “to hurling”, arrojar, proviene de que en esos campos existió una fosa común para los muertos de las reiteradas plagas que azotaban Londres, y que allí se “arrojaban” los cadáveres. Pero la fosa común se estableció recién en 1665.

Pero lo que muy improbable es que alguna vez se haya jugado al hurling en el club inglés o en el argentino, y más que el nombre derive de ese deporte. El hurling es un deporte irlandés cuyo equivalente en Gales o Inglaterra era el bandy. Que irlandeses e ingleses hayan compartido tés o partidas de bridge en sus salones no significa que los Hijos de Albión permitan juegos “bárbaros” en el campo.  El Club Hurling, donde sí se juega, se estableció en Hurlingham de forma totalmente casual y sin relación con el nombre de este pueblo recién en 1945.

La teoría más disparatada sobre el origen del nombre es la que traduce literalmente del inglés actual “hurling” por arrojar, y “ham” por jamón. Si alguno logra ver jamones volando por el cielo del oeste, por favor, avise.

Tito Gómez



Bibliografía
“Historia de Hurlingham”, 1971, Jorge P. Pumiere

“Fulham old and new: being an exhaustive history of the ancient parish of Fulham” Volumen 1,
1900,  Charles James Fèret

“The Place-names of England and Wales”, 1914, James Brown Johnston

Comentarios

Entradas populares de este blog

Chau, Tres Cruces

“El Santito" de Campo de Mayo

por acá no pasó morales