buscar el futuro en la memoria
¿Quiénes somos los de Hurlingham?
¿Somos los ingleses que construyeron sus mansiones a la usanza de su madre patria? ¿Somos los hijos de los primeros inmigrantes que fueron a vivir cerca de la vieja estación Pereyra? ¿Somos los tanos y portugueses de Villa Tesei? ¿Somos los paraguayos que poblaron Morris?
¿Somos los músicos que crecieron bajo el pesado mito de Luca Prodan? ¿Somos los artistas que hacen hablar a las paredes? ¿Somos los que dormimos acá y trabajamos en otro lado? ¿Los caballos se usan mayormente para jugar al polo o arrastrar los carros de nuestros crotos?
Son preguntas que, si se hicieron, quedaron entre las estrechas medianeras de consultoras y focus groups, o en las ávidas inmobiliarias que buscaban darle chapa de pintoresca aldea británica a este pueblo como argumento de ventas. Todavía rebotan por ahí las publicidades de loteos que voceaban “Franceses en Bella Vista, ingleses en Hurlingham e italianos en Villa Devoto. Pero así como faltan libros y sitios donde se resguarde la memoria del pueblo, también falta el debate sobre el Hurlingham que queremos que venga.
Hurlingham ya perdió en los últimos años hitos importantes de su historia: de La Estanzuela de Norberto Quirno, las casas centenarias sobre Tambo Nuevo, en Rubén Darío, y la casa de Tomás le Breton no quedan ni los cimientos. La construcción donde funcionó El Santito está perdida allá por Kilómetro 18 y cuando desaparezca no se va a enterar nadie.
Por ejemplo, la insularidad que nos encierra entre decenas de vías de tren y que formó nuestros barrios, ¿no será una característica local sin la cual nuestros barrios dejarían de ser lo que son? ¿Qué otras memorias perderemos para dejar paso a túneles bajo nivel que rompan barrios ya bastante demolidos para fabricar duplex? ¿Ensancharemos Vergara para perder su arboleda y que circulen más camiones?
El futuro Hurlingham vendrá de todos modos, aunque sea con la parsimonia del colectivo 463. Pero depende de las respuestas que pensemos a las preguntas del principio, que el futuro tenga sus raíces entre la memoria de nuestra gente y sea nuestro lugar donde el destino, la suerte o la voluntad hizo que viviéramos, o si sólo será un montón de calles, casas y algunos transeúntes.
Hurlingham será una ciudad, pues su autonomía asi lo requiere. Pero a no olvidarse que durante mas de 50 años fue un patio lateral del partido de Moron, existe un residual desordenado industrial, y el ordenamiento al dia de hoy parece no llegar... Lejos estamos de darle identidad al distrito cuando desde un escritorio se pretende armar un mapa psicodélico de regiones sin pensar en la historia, sin potenciar los valores o sin comprender que no es solo estación de Hurlingham o Tesei o Morris, sino que es una totalidad. Hoy estamos en un punto de inflexión, donde desde una gestión se pretende levantar esa bandera, pero la dirección de ese estandarte de ordenamiento la tiene que forzar el conjunto de la comunidad... sino esa consigna caminará en dirección de intereses particulares. Saludos y a participar
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