el grupo de lo socho
Uno pone la tele un domingo, y parece que los canales se quedaron detenidos en el tiempo, y puede ver la carrera de autos, a la Mirtha, Polémica en el Bar, programas de cocineros y hasta la misma añeja peña de chistes malísimos.
También abre los diarios y vuelve a leer cómo crece la deuda, el desempleo, la inflación y las habituales roscas de jueces y políticos, lo mismo que pasaba antes del 2001.
Uno ve también que un grupo de intendentes cree tener control sobre los votos de los vecinos, sobre todo los pejotistas. Los mismos que accedieron a su poder gracias a participar de una campaña poderosa como la del Frente de la Victoria, con una Presidenta que se iba con un 60% de imagen positiva después de 8 años de gobierno, un candidato que perdió la segunda vuelta por 300.000 votos y todo el aparato estatal.
Y entonces hace un poco de memoria y recuerda que hace algunos años, en 2013, un grupo de intendentes también se creían dueños de la voluntad popular y se alinearon con Sergio Massa en el llamado Frente Renovador: Pablo Bruera (La Plata), Sandro Guzmán (Escobar), Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas), Joaquín de la Torre (San Miguel), Gilberto Alegre (General Villegas), José Eseverri (Olavarría) y Luis Acuña (Hurlingham). Decían que querían terminar con una imaginaria reelección de Cristina Kirchner en 2015 y una neblinosa reforma constitucional. Se hacían llamar el "Grupo de los Ocho."
Cuatro años después, esos intendentes, con la excepción del líder tigrense, perdieron sus distritos, pululan entre puestos del gabinete de Vidal, una banca testimonial o el olvido absoluto.
Ojala este redivivo Grupo de los Ocho, si bien no son los mismos canosos, mañosos y rudos del 2013, sino los cancheros, elegantes y educaditos alcaldes que piden renovación (siempre y cuando se vayan los otros), unidad (siempre y cuando sea encabezada por ellos) y buen maquillaje para las cámaras de tevé, recuerden qué pasa con quienes se adjudican votos que pertenecen a OTRA y recapaciten antes de cagar más alto que el culo. Por más guita que les ponga Clarín.

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