Un feriado cualquiera
Un feriado cualquiera, los barrios de Hurlingham explotan por la mañana. Los resignados Testigos con su valijitas, abuelas con changuitos, familias enteras en una Gilera. Papi compra el pan, las facturas y la carne; un vinito de $30, si alcanza. No faltan las achuras que siempre se queman y nadie come. Algunos cipayos culinarios eligen ravioles.
El humito que sale del fondo de las casas iguala los Audis y los Renault 12. Según la cuadra, suenan folclores varios. Llegando el mediodía, y habiendo sido destapada la segunda botella, algún tío levanta la voz y se ríe superando el nivel de control en sangre permitido en la mesa.
El volumen de la chacarera baja junto con el contenido y la temperatura de la parrilla. Los perros de la casa tienen su fiesta de cueritos y huesos. Mami lava los platos. Papi se va a dormir, silencio.
Pero la tarde del feriado es otra cosa.
Si alguno se sobrepone al terrible sopor siestero y sale a la calle, puede acostarse en medio de la calle Bustamante y dormirse sin que ningún vehículo lo moleste, ni el cansino 237.
Una tarde así, hace exactamente 2 años, a una nena del barrio se la llevaron, y no supimos nada de ella hasta que una cartonera la encontró muerta en un montón de basura a un costado de la Autopista.
Y entre la primer foto de Candela en una remera y el velatorio en Lizardo, lo que creíamos una madre valiente y desesperada que la buscaba se transformó en poco menos que un sicario del Cartel de Sinaloa, para las miradas palermitanas. Hasta el buenazo de Darín pasó del apoyo al "bueno... yo qué sabía..." Decenas de incerteros opinadores exhibieron teorías, conexiones, de acá, de allá, el clásico boxeo del ciego tirando piñas a ver si pega una. Como pasa siempre, Burlando y burlados en la tele, horas de Mauros, Pierris, para saturar la imagen hasta el ruido blanco.
(NOTA QUE NO TIENE NADA QUE VER: Amigos, el Conurbano tiene su propio código penal, que califica a sus ciudadanos de Peligroso Delincuente, Conocido Delincuente, Malandra, Malandra Cuando Pinta, Gil, Víctima. Todos ellos pueden ser destacados vecinos, padres de los compañeros del cole de tus hijos, desayunan al lado tuyo en Rinito. Conocés sus autos, sus paradas y sus métodos. Lo peor de todo: te conocen, saben quién sos, dónde vivís. Ok, la mayoría de los habitantes de Hurlingham se definen en la categoría de "Gil", no seamos tan groseros. La definición de Gil -la mía-: "sust. Tipo o Tipa que labura, más o menos legal, más o menos paga impuestos, más o menos cría bien a sus críos, sabe lo que pasa alrededor suyo pero está cómodo en la seguridad de su gilez")
Hasta donde sé, la única que investigó el tema separando trigo de pajas, vino hasta acá, se animó a escribir y publicar sobre el asesinato de Candela fue Candelaria Schamun ("Cordero de Dios"). Lástima que su libro salió cuando ya a casi nadie le importaba saber, salvo a unos pocos familiares y a algún funcionario con ganas de joder a otro. Ojo: tampoco esperen que una periodista juzgue y condene a nuestros poderosos vecinos, no tiene por qué hacerlo y no tiene ganas de terminar en una zanja. En la contratapa hay una foto de un jueguito de maquillaje que usan las nenas como Candela, como usaban las mías: esa foto me pegó tanto como para condicionar la lectura del libro a un constante agolpar de fluidos detrás de los ojos.
Otra tarde de feriado se duerme en Bustamante, no está Candela, ni la mamá. Las parrillas ya están frías, un flaco va a comprar una cerveza al chino.
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